Nací en el norte de España porque mis padres estaban allí en ese momento, pero tampoco son de allí. Después de un año, nos mudamos a vivir al sur, y una semana después de que cumplí 15 años, nos mudamos a vivir a Venezuela durante un año y medio, luego regresamos a España, esta vez al centro del país, donde yo viví otros 10 años, antes de comenzar toda mi aventura.
Cuando crecía soñaba con viajar, no estar en casa. En realidad, ni siquiera tener un hogar. Mi hogar sería mi #mochila. Como un caracol.
Cuando era niña me encantaba la libertad de no estar en casa, de estar sola en algún lugar donde me enfrentaría a las dificultades del "¿y ahora qué?". Tuve una #infancia extremadamente difícil, pero estoy muy agradecida por ello.
Porque eso me empujó a estar lejos y me enseñó a ser independiente y aprender a defenderme en todas las circunstancias. Nadie me ayudaría sin importar por lo que estuviera pasando y mis #neuronas tuvieron que conectarse ya al modo de supervivencia, lo que me ayudó enormemente más adelante en mi vida.
Solamente me llevaba unos segundos para tomar decisiones, porque tenía que hacerlo ya desde niña. Es decir, mi #intuición tuvo que desarrollarse para ayudarme, y por alguna razón, siempre estuve conectada a ella y no dejé que mi cerebro fuese el jefe, sino mis agallas. Ellas me dirían en qué, dónde, en quién confiar.
Por supuesto, cuando era niña, primero tuve que aprender y confié en personas en las cuales no debía, antes de aprender la relación entre mis sentimientos y los resultados.
Fui a algunos campamentos de verano con la iglesia católica, pero desde la preadolescencia me uní a los Boy-Scouts (que en España son niños y niñas juntos) y también pasé algunos fines de semana en excursiones, y me encantó esa libertad. Me encantó cuánto hay para aprender. Y con 14 años decidí ir un fin de semana sola al campo sin tienda de campaña y sin comida. Solo con una navaja para construirme un refugio para dormir en la noche y cortar algunas hierbas o plantas para comer. Mi madre pensó que fui con el grupo.
Yo diría que ese fue el punto cuando descubrí la belleza de estar sola en comunión con la naturaleza. Fue tan increíble, que decidí que sería mi forma de vida: ser libre.
Cuando más tarde fuimos a Venezuela, disfruté unos días con amigos viajando haciendo “auto-stop” hasta el lago de Maracaibo. Todos éramos adolescentes, pero esa experiencia de #libertad le dio más "leña a mi fuego" de volverme adicta a esa sensación de viajar.
Desafortunadamente tuvimos que regresar a España y tuve que vivir por primera vez en un piso. Quería desesperadamente obtener una educación. La gente pensaba que era conseguir un trabajo después y vivir una vida como todos los demás, pero esa no era mi intención. Quería capacitarme en algo para poder trabajar en cualquier país donde estuviera.
Los primeros 7 años en esa ciudad en el centro de España fueron realmente terribles, pero tomé una decisión y sabía que después de mis estudios saldría de casa para siempre y viviré mi propia vida como yo quería. De viaje, conociendo gente nueva, nuevas culturas, nuevos países, nuevos lugares, nuevas #aventuras, nuevos peligros, nuevos riesgos ... Solo para ser yo misma.
Cuando somos niños, nos vemos obligados a ser de la forma que nuestra familia quiere. Somos entrenados según la cultura, las leyes y los gustos y disgustos de nuestros padres. Con todos los "deberías" y "no deberías" que nos obligan a seguir. Nunca entendí esa forma de educar y todavía no lo entiendo. Yo soy maestra y educadora, pero nunca les impuse nada a los niños con los que trabajé. Porque ellos tienen que aprender de sus propios errores, no de los tuyos.
Un día, después de haber estado fuera de mi país durante algunos años, una amiga me preguntó por qué tenía ese tipo de vida, viajando sin una base. Dije "porque me gusta y me siento libre". Ella dijo "¿no será que estás huyendo de tu #familia?".
En ese momento me reí y dije que no. Pero años después me di cuenta de que sí, que estaba viajando porque me sentía genial, pero también porque el tipo de familia con la que crecí, de alguna manera, me empujó a hacerlo. Porque solo quería ser libre de ellos y ser yo misma. Ya no quería ser sirviente de mis hermanos. Quería levantarme por las mañanas pacíficamente sin que nadie me gritara. Quería hacer lo que quería, cuando quería, con quién quería, dónde quería. Y viajar sola me dio eso.
Entonces, sí, una razón por la que comencé a viajar fue para escaparme de casa, y cuanto más lejos de ellos, mejor.
Pero por otro lado, somos 7 hermanos, y ninguno de ellos tuvo ni tiene los mismos deseos que yo. Entonces, ¿por qué yo? por qué quería eso, mientras que a todos mis otros hermanos les encanta estar en sus hogares, con sus parejas o solos, viendo la televisión, jugando en la computadora y sin pensar en la vida.
Luego viene una segunda razón: viene de mi nacimiento. Nací para ser así hasta que sea lo suficientemente grande como para decidir lo que quiero con mi #vida.
Pero sobre eso, es otro tema.
