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  • Writer's pictureMay MahaMetta

Ceremonia de Ayahuasca con una chamana Shipibo

Updated: Apr 5, 2020


Dejé la Casa de la Ayahuasca verdaderamente feliz de irme porque sentí que "X" y "Z" son engañadores que están en este “negocio” porque no tienen nada mejor que hacer con sus vidas, pero que no saben qué están haciendo (¿o quizás sí?).


Además, alguien ya me había contado cosas de ellos y de rumores sobre cosas que hacen, que me confirmaron mis sospechas de que aparte de la ayahuasca, usan otras "cosas". Porque la manera en que "Z" habla, o mejor dicho, balbucea, a veces, como drogado o borracho, no es normal o no debería ser considerado normal para una persona que supuestamente trabaja en ese ambiente y que según él dice, ayuda y cura a gente. El primero que se tiene que curar es él, porque es desagradable su mal humor por las mañanas, cuando aún no se ha tomado su dosis de quién sabe qué, o como resaca de lo que haya tomado durante la noche.


Me encontré con Sara a las 3 de la tarde. Supongo que ella necesitaba descansar porque tiene una tiendita de artesanías indígenas de su etnia Shipibo con bordados y de vez en cuando le viene bien salir de ahí.


Fuimos en dirección a Santo Tomás, una aldea a 1 hora de Iquitos y su casa está cerca de ese pueblo pero no allí. Me enseñó su casa y se fue a descansar. A las 8 de la noche empezamos con el ritual. No sé por qué, yo pensaba que el ritual es importante en estas ceremonias, pero la verdad es, que no importa lo más mínimo. Cada uno hace lo que quiere porque lo que es importante es la ayahuasca en sí.


Cada una de nosotras en un colchón en el suelo. En el centro entre las dos, la botella de refresco de plástico con la ayahuasca (lo típico en esta zona es ponerla en ese tipo de botellitas), agua de Florida, mapachos (el tabaco de aquí, que lo envuelven con papelillos pero no tiene filtro) y un par de botellitas más con líquidos que no recuerdo sus nombres y que ella utilizará para “escupir” sobre mí.


Me dio la ayahuasca y me senté sobre mi colchón. La aya tarda unos 40 minutos en empezar a hacer efecto, pero eso es lo que dicen todos los chamanes y yo no lo puedo confirmar porque cuando estás ahí en medio trance, no tienes ni idea del tiempo ni te importa.


Cuando me preguntó después de 40 minutos si quería otra dosis le dije que no porque aunque aún no había empezado los efectos en mí, yo sentía que iba a suceder y efectivamente después de unos minutos ya me “pateó”.


Completamente diferente a la aya de "X" y "Z", esta vez sí que “ví cosas” y en este sentido tengo dificultades de explicarlo porque yo medito mucho y durante mis meditaciones también tengo tales “visiones”. Diferentes porque cuando medito yo soy la que pido información y de alguna manera puedo dirigir lo que quiero ver. Con la ayahuasca tú puedes sentar una intención, pero la aya hace lo que le de la gana.

He oído de gente que ven a Madre Ayahuasca, o ven a sus padres fallecidos con los que hablan, o ven imágenes del futuro, o de vidas pasadas… Yo no tuve tales visiones con la aya hasta ahora. Y cuando hablamos de visiones, son esas imágenes que son tan vivas como si realmente están ahí. En ese sentido de calidad, sí que vi formas y colores moviéndose, todo muy vivo, pero también jaguares y serpientes, lo cual es típico en la toma de aya.



En mi caso, a pesar de ser una persona con mucha capacidad para visualizar, con la aya la mayoría eran conversaciones que tenía con Madre Ayahuasca, pero sin verla. Y durante esas conversaciones la visualización era algo simple, estilo simplemente una luz blanca o algún color pastel moviéndose ligeramente, pero también es verdad que no soy completamente consciente de qué había porque estaba siempre enfocada en la conversación. ¿Y cómo puedo saber si ella era realmente Madre Aya o mis propios pensamientos? porque una voz clara como cuando hablamos, no era. Claro, en la sesión anterior cuando me pregunté eso después de una de esas conversaciones, ella me dijo “ya lo averigüarás”… gracias por la info.


Sin embargo, he decir que en primera instancia, se siente diferente, como si alguien muy sabio te hablara con total veracidad. Sí, ahora viene la cuestión de que nuestro propio ser superior es sabio y que eso podría ser una conversación con mi ser superior y no con Madre Aya. Y ahí tengo que aclarar que creo firmemente en la no-dualidad. Eso significa que soy consciente que creemos que hay un yo y un tú, un aquí y un allá, en una separación de las cosas, porque es lo que siempre hemos creído. Pero que en un último nivel espiritual, no hay separación con nada y todos y todo somos uno. Por eso los empáticos podemos sentir perfectamente lo que la otra persona está sintiendo, porque somos uno. Unos lo llaman intuición, pero no es eso, es simplemente dejar de sentir que tú eres tú y meterte en la piel de la otra persona, que en realidad es tu otro yo.


Y es por eso, que no hay diferencia entre Madre Ayahuasca y mi ser superior, de la misma manera que tampoco la hay entre yo y mi ser superior, solamente que estamos entrenados a creer en una separación. Por lo tanto, bajo mi creencia, si era la ayahuasca la que hablaba conmigo o era mi ser superior, no hay diferencia y ni importa, porque todo es lo mismo y lo que importa es el resultado.


Fue diferente a las otras dos previas sesiones con los gringos, pero aún así tampoco fue un momento de “wow”. Sofía cantaba los ícaros en su idioma y durante cierto momento me sopló humo del mapacho varias veces, lo cual me molestó porque no me gusta el humo del tabaco y tenía la sensación de asfixiarme. Para cuando íbamos a acabar me escupió el líquido de sus botes y agua de florida y a las cuatro horas de haber comenzado, dio por acabada la ceremonia. Cuatro horas es lo que los chamanes de esta región se dan para un ritual y lo acaban. Después, tú puedes siempre seguir en tu colchón y continuar con el proceso o intentar dormir. Pero Sofía dijo que me tenía que ir a la habitación que me había dado para seguir yo allí sola todo el tiempo que quiera.


Una vez en la habitación, quizás el efecto duró una media hora más y luego ya se desvaneció y me dormí.


Ahora me iba a Padre Cocha, una isla a media hora en barca desde el puerto de Bellavista. Allí voy con la intención de descansar y de revisar qué ha pasado durante las sesiones, pero alguien me dijo hace un par de días que allí hay muchos chamanes que hacen ayahuasca, así que lo mismo hago otra sesión más si encuentro un chamán adecuado.


Y así fue, con lo que fui a por mi cuarta sesión.


Aquí puedes ver un vídeo sobre esta experiencia con la chamana chipibo que hice para YouTube.





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